La ribera tortuosa

Ernesto Escapa
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Sardón del Duero

La ribera tortuosa

Sardón de Duero, como la granja de la otra orilla, más diminuta y por ello llamada Sardoncillo, fue un núcleo de colonos dependiente de la abadía de Retuerta. De ahí que apenas cuente con edificios singulares, si descontamos la iglesia de San Juan, el molino del arroyo Valimón o una casa de principios del veinte que los vecinos llaman palacio con evidente exageración. Un repertorio arquitectónico escaso, que explica su naturaleza de granja dúplice, a uno y otro lado del Duero. La iglesia de San Juan Bautista es del XVI y almacena variados despojos monásticos de Retuerta y de La Armedilla: retablos mancos de imaginería, pinturas, objetos de plata y santos sobrantes arrumbados en las trasteras. Tiene una sola nave y está hecha de mampostería con sillares en los ángulos. Se hundió a mediados del XVIII y entonces se repararon los daños con obras poco afinadas. Aprovechando el tirón, la torre fue recrecida con ladrillo.

vestigios de la ilustración. El molino del arroyo Valimón es de 1814 y fue levantado por Millán Alonso Tejada, que ya tenía dos fábricas de papel en Quintanilla. En 1816 se le concedió la gracia de colocar las armas reales en su escudo de la fábrica de Sardón, que conllevaba el beneficio de una serie de prebendas y franquicias. Alonso Tejada fue un longevo precursor de los Alonso Pesquera que en sucesivos comicios decimonónicos recaudó todos los votos del distrito de Peñafiel. Este molino de Sardón primero funcionó como fábrica de papel tintado y papel de tabaco. Justo enfrente del molino, que en los rótulos se anuncia como harinero, sale la calle Papelería en recuerdo a la antigua producción de librillos. Luego aprovechó como fábrica de luz las escorrentías del arroyo. En la década de los treinta se transformó en molino harinero y como tal funcionó hasta mediados de los sesenta. Su hijo Miguel Alonso Pesquera, nacido en Sardón en 1842, fue presidente de la Diputación y del Banco de Crédito Castellano, además de promotor y financiero del ferrocarril de Ariza. La caída del Valimón hacia el Duero acumula diversos aprovechamientos industriales, ya relegados de su función. Entre el canal y el río discurre la vereda del Jardín del Carretero, que es un paseo ribereño delicioso, bien surtido de alicientes naturales.

Por la orilla del arroyo Valimón un par de puentes salva los cursos paralelos del canal y del Duero para pasar a Sardoncillo, también conocido como Granja de Sardón, En la capilla de la Granja, al otro lado del río y en medio de una colonia agrícola, la ermita alberga la imagen románica de Fuentes Claras, del siglo XII. Pasada la puentecilla sobre las aguas sosegadas del Canal del Duero, sale a la izquierda la vereda del Jardín del Carretero, que es un paseo ribereño delicioso, bien surtido de alicientes naturales. La abadía de Retuerta ocupa el ensanche regalado por un quiebro del río, que discurre por el valle encajado entre cerros.

Retuerta viene a significar ribera tortuosa y si uno abre los ojos asiente con el topónimo. Un hermoso lugar propicio para sangrar acequias y construir aceñas y pesqueras. En todas esas suertes de aprovechar el río eran auténticos maestros estos frailes venidos de Francia. Retuerta fue la casa matriz en España de los premostratenses. La orden de los mostenses o norbertinos llegó a alcanzar una notable difusión en el siglo XIII, sobre todo por el norte de la península. Sus abadías escogen el medio rural y funcionan como obispados, englobando bajo su jurisdicción un gran número de iglesias. A partir del dieciséis, cuando ostentaban un enorme poder, se generalizó la relajación y el filtro antiluterano los vigiló muy de cerca.

Fundada a mediados del doce por Sancho Ansúrez, nieto del repoblador de Valladolid, la abadía contó desde sus inicios con el apoyo regio, que se tradujo en importantes donaciones. Fue sede de los estudios de noviciado y de todos los capítulos generales, a la vez que sus abades eran por derecho los generales de la Orden. Con la Desamortización pasó a manos privadas. Luego dio cobijo a la Granja Prodes y durante la guerra civil fue cuartel de las tropas italianas. Ahora pertenece al grupo Novartis, que ha puesto en marcha un proyecto modélico y ambicioso en torno al vino y tiene perfectamente organizada la visita al monumento, que ha recobrado su mejor aspecto.

La iglesia se inició en 1153, prosiguió durante el siglo XIII y quedó inacabada. Es la parte más antigua del conjunto. En el recorrido también se visitan la sacristía, la sala capitular, el refectorio y la cocina. El espacio de la cilla fue transformado al dividirlo con tres pisos en el diecisiete. Sí se conserva la bodega construida en 1595, de planta rectangular con bóveda de cañón. El claustro se reconstruyó a finales del XVI siguiendo el estilo escurialense. Al sur se sitúa la hospedería, hecha entre 1759 y 1773, con una larga fachada compuesta de tres zonas, las laterales con vanos rectangulares y cuadrados y la central, en la que está la puerta, con un balcón corrido entre la arquería baja y la galería superior. Una escalera monumental comunica la portería con el claustro alto.

En el entorno fluvial de Retuerta se han perdido otros nobles edificios, como el palacio gótico de los Ansúrez y las ermitas fundadas por doña Eylo sobre la orilla del río. También el monasterio ha conocido sus menguas. Un incendio arruinó en 1662 gran parte de los tejados con el daño consiguiente para las dependencias dejadas a la intemperie. El retablo Mayor fue trasladado en 1957 al monasterio de La Espina, aunque en la mudanza perdió sus imágenes más valiosas; era del dieciséis y lo talló el escultor Diego de Marquina dentro de la corriente romanista deudora de Miguel Ángel. Otros tres retablos fueron a la parroquia de Sardón, donde se pueden ver despojados de las esculturas originales, que a saber qué viaje llevaron. Después de tan persistente desdicha, la abadía ha encontrado quien le devolviera su callada elocuencia.