El reto de la humanización hospitalaria

A. G. MOZO
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Los hospitales se vuelcan en planes que no solo humanicen la estancia del enfermo y su familia, sino que sirvan también para favorecer su recuperación y, al mismo tiempo, palíen el estrés de los profesionales

Si se preguntara a uno de esos pacientes que lleva meses esperando para hacerse una resonancia, diría que no hay mejor humanización sanitaria que aligerar plazos y listas de espera. Pero la cruda realidad con la que se mueven los profesionales de los hospitales no permite ir tan lejos y se tienen que conformar con una pequeña batería de cambios que quizá no lleguen al gran público, pero que van transformando el día a día de pacientes y familiares, así como de médicos, enfermeros, técnicos y celadores que tratan de que la propugnada humanización contribuya también a ‘apagar’ el cada vez más extendido síndrome de Burnout (quemado, fundido); ese tipo de estrés laboral, que tiene consecuencias en la autoestima y que se caracteriza por un proceso paulatino de pérdida del interés en las tareas cotidianas. «Aquí no solo se busca el bienestar del paciente», tal como detalla la secretaria de la Comisión de Humanización del Hospital Clínico, «sino también mejorar la situación de la familia y, claro, el del profesional para evitar el famoso Burnout, que genera un desgaste importante», apunta Ana Belén Martín Santos, enfermera también de la REA.

El propio gerente del Clínico, Francisco Javier Vadillo, explica que los planes de humanización surgen «durante los últimos años, como contrapunto a situaciones derivadas de la tecnificación de la medicina, así como a la creciente complejidad de las organizaciones sanitarias, la ‘superespecialización’ en las diferentes especialidades médicas...», vinculado también a «una situación de desmotivación profesional y de un permanente contacto con el sufrimiento y, en ocasiones, junto a la negación del mismo». Es más, Javier Vadillo cree que, «al referirse a la labor de los profesionales sanitarios debería denominarse rehumanización» y que esta «tiene que basarse en aquellos elementos que siempre han caracterizado la actividad de cuidar al enfermo: la comprensión, la generosidad y la tolerancia».

EL PACIENTE. En busca de una «atención más cercana y humana», como resume el propio presidente de la Comisión de Humanización del Hospital Clínico Universitario, el doctor Francisco Javier Pérez González, se potencian aquellas actuaciones que lo favorezcan, tal como la flexibilización horaria de las visitas en UCI, Coronarias y REA, así como los protocolos para informar a la familia y, en su caso, al propio paciente. En esta línea, el gerente considera que, en efecto, «es preciso recuperar al paciente como ser activo de su enfermedad, teniendo en cuenta su visión y sus expectativas».

Uno de los aspectos clave de la humanización es el cambio que se viene abordando en el concepto tradicional de cómo deben ser esas unidades de cuidados intensivos, tal como recuerda el gerente del Río Hortega, José Miguel García Vela, que reconoce que «el tema de la HUCI (Humaniza la UCI) está en auténtica revolución» porque «se ha pasado de unos tiempos de UCI cerrada, a UCI de puertas abiertas»: «La humanización pasa ahí y en la REA, además de por flexibilizar las visitas, por dar la información en espacios adecuados, con calma...».

La humanización abarca otros pequeños detalles que, en el caso del moderno Hospital Río Hortega se ven favorecidos por el hecho de ser un centro de nueva planta (se inauguró en 2009), aunque aún mantiene líneas de trabajo en pos de la humanización implantadas en la vieja Residencia hace treinta años: «Desde 1991 contamos con un servicio de acompañamiento, una persona que recibe al enfermo en Atención al Paciente y que le lleva hasta su habitación, donde le presenta a la supervisora y que, en cada turno, se le presentará cada enfermera, además del médico. Y todo, con una sonrisa y haciendo sentir al paciente que estamos aquí para ayudarle», resume el doctor García Vela, quien no cree que el concepto de humanización sea nuevo, sino las técnicas que ahora se están impulsando: «Tras tantos años en este oficio, la conclusión que sacas es que somos personas y trabajamos con personas, por lo que la humanización forma parte de nuestro ADN; es algo que debe ser consustancial a nuestro trabajo», reflexiona.

Esa atención a la persona que se propugna en el Río Hortega va creciendo año a año, con diversos programas como la ‘multicita’, que va destinado a los pacientes que van a tener un trasplante hepático y a los que se les concentran todas las pruebas en «una o dos jornadas»; o uno que realiza un análisis previo del paciente al que se va a operar para conocer su situación física y psicológica, para intervenir en las semanas previas a la intervención «porque está demostrado que una persona en forma se recupera más rápido y mejor de una operación», detalla García Vela.

El Río Hortega tampoco olvida que la humanización debe llegar hasta el final y ha «implantado un proceso de cuidados paliativos que lo que hace es que cuando un paciente pasa a ser paliativo, de una forma automática, el equipo se presenta y hace un análisis de la persona y un plan de intervención sobre ella, en el que ahora es clave la salud mental, por lo que se han incorporado profesionales de este servicio de manera rutinaria». «Además», detalla el gerente, «si lo requiere porque no tiene familia o la situación que sea, también se ponen en contacto con los equipos de trabajadores sociales».

pediatría. Pero si hay un área en el que la humanización es clave ese es el de Pediatría, recuerda García Vela, quien explica que «requiere otras condiciones, otra decoración, con zonas de juegos, con maestro, el acompañamiento las 24 horas a los menores que lo requieren aunque estén en UCI...». Prácticamente en todo ello coinciden los servicios de Pediatría ambos hospitales, si bien en las Urgencias del Clínico se ha querido ir más allá de la amable decoración de una de las zonas ya renovadas del centro hospitalario. «Hay ‘pulpitos’ para prematuros, que les tranquiliza mucho tocarlos; ‘cubresueros’ con dibujos infantiles y diplomas de ‘súper valientes’ que les ha diseñado Teresa Mesonero, enfermera del servicio; los ‘kiciclos’ para ir a hacerse pruebas evitando las camillas; los sistemas de acceso venoso sin dolor, como el buzzy, que enfría y vibra para mitigar el pinchazo, y el vein finder, que facilita localizar las venas», enumera el presidente de la Comisión de Humanización del Clínico.